Una vez recolectado el fruto según su calibre se deposita directamente en el envase. Evitamos así la serie de golpes que inevitablemente se producen con un clasificado mecánico.
Todos los envases, son etiquetados con un número que nos permite conocer todo sobre el mismo, desde la fecha de recolección, parcela de donde proviene (y por ello todo el historial de fertilización, tratamientos, etc.) así como la persona que lo recolectó.
El objetivo es poder implementar unos protocolos de retirada del producto ante cualquier eventualidad (aunque de momento nunca hemos tenido que aplicarlos), así como controlar la calidad del mismo, al poder determinar las causas responsables de la posible alteración.
Contamos con un número de Registro Sanitario, que nos obliga a aplicar y mantener unas normas de higiene adecuadas. Todos los años, afrontamos auditorías por parte del personal de la Consellería de Sanidad de la Comunidad Valenciana, que nos obliga a mantener con rigor los métodos de trabajo de acuerdo a las mencionadas normas sanitarias.
Al final, lo que pretendemos es lanzar al mercado un fruto, no solo apetecible desde el punto de vista organoléptico, sino que además, pueda ser consumido con total garantía.